De dónde es típica la carrillera
La carrillada es un plato típico de la cocina española. Se trata de una de las partes más sabrosas y demandadas del cerdo, aunque también pueden consumirse de ternera o de buey. En algunas ocasiones se ha obtenido también del jabalí.
Esta carne le da un sabor muy fuerte a nuestro plato, pese a resultar una pieza muy suave en textura. Normalmente la clave para que los platos que incluyen este ingrediente sean un éxito pasan por un largo tiempo de cocción a fuego lento que hacen que suelte todo su sabor.
Suelen maridar muy bien con vinos tintos, tanto para regar en su elaboración, como en nuestro caso, como para acompañar al plato durante la comida. Uno de los vinos que mejor les va es el Pedro Ximenez, de sabor dulce que hace que su sabor se rebaje un poco, o incluso un chorrito de vermú no le sienta nada mal.
Aunque popularmente se consume en forma de guiso, esta carne cada vez se utiliza más para elaborar otros platos, como pueden ser las hamburguesas, que con esta carne tienen un resultado final con muchísima jugosidad.
Una de las guarniciones que mejor pueden combinar con la carrillera, además del arroz, puede ser un buen puré de patatas o incluso unas patatas al horno bien guisadas con especias y hierbas aromáticas.
Si optas por este arroz caldoso con carrillada como plato único, te sugerimos para el postre de este menú otra de nuestras recetas brillantes: el arroz con leche, que servido con una pizca de canela queda delicioso. Incluso si prefieres innovar y poner una nota distinta a tu menú puedes probar a elaborar un helado de arroz con leche que pondrá el toque frío frente a este plato caliente con el que sin duda triunfarás.
Laurel, la clave para un guiso sabroso
Para que nuestro guiso de arroz caldoso con carrillada quede la mar de sabroso, el laurel juega un papel muy importante. ¿Sabes de dónde provienen estas hojas tan utilizadas en el mundo culinario? La planta del laurel es un árbol que puede llegar a medir hasta 10 metros de altura, con una copa densa y cuyas hojas pueden llegar a tener colores entre el verde y el azulado.
Se trata de una planta con un cultivo poco exigente, y cuyo origen se remonta a la antigüedad clásica. Su cultivo se extiende por toda la zona mediterránea, sobre todo en lugares húmedos y sombreados. Pertenece además a la misma familia que otras plantas que quizás ni sospechas, como son las que dan lugar a la canela, el aguacate y hasta el alcanfor.
De aquella época de las antiguas Grecia y Roma proviene la costumbre de coronar a los emperadores y también a los guerreros más valerosos y atletas ganadores con una corona de laurel. Se convirtió así esta planta en un distintivo muy claro de lo que representaba la victoria, así como servía de protección en contra de los malos espíritus que pudiesen asolar a la población. Esta costumbre derivó en el acto de “laurear” a aquellos estudiantes que mejores calificaciones obtenían.
La explicación que daban los antiguos griegos a esta planta del laurel ha quedado para siempre retratada en la mitología. Cuentan así que el dios Apolo se enamoró de la ninfa Dafne a causa de una flecha de Cupido. Sin embargo, el amor de Dafne no era correspondido y, mientras ella huía del Dios, pidió a su madre, la Tierra, que la ayudase a zafarse de Apolo. Fue entonces cuando la ninfa comenzó a convertirse en árbol, dando lugar al laurel.
Esta historia ha servido de base para numerosas leyendas y poemas que han venido después y lo que ha quedado es una de las plantas aromáticas que más sabor da a nuestra gastronomía.
Además de su uso culinario, el laurel tiene también usos medicinales, especialmente para los males relacionados con el estómago. Se trata de una planta con propiedades tanto digestivas como para abrir el apetito. Este árbol también da unos pequeños frutos cuyo jugo convertido en aceite esencial o manteca de laurel tenía uso para tratar diversas inflamaciones.
También se suele usar en la jardinería como ornamento. La madera de este árbol se ha empleado de forma artesanal en algunas partes de Andalucía debido a su herencia árabe, que se ha mantenido en zonas como Granada.
Sin embargo, pese a que sus propiedades son numerosas, también hay que tener bastante cuidado con esta planta, puesto que su ingesta exagerada o excesiva puede llegar a ser tóxica. Es también una de las plantas que más propensión tiene a causar dermatitis de contacto, así como otros fenómenos de fotosensibilización al tener un contacto prolongado con la piel.