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La salsa de soja, un ingrediente con mucho sabor
¿Sabías que hay varios tipos de salsa de soja? Las distintas variedades de salsa de soja se dividen según sea su concentración en soja, propiamente dicho. Además, cada una de ellas tiene sus usos preferentes. Para esta receta de arroz, por ejemplo, nos viene muy bien la salsa de soja clara, llamada usukuchi shoyu, que se usa sobre todo para guisos y sopas, teniendo en cuenta que su concentración de soja no es demasiado elevada.
Tampoco queda mal la salsa de soja oscura, que es la que encontramos habitualmente en supermercados. Esta salsa se suele utilizar para hacer recetas teriyaki y también para acompañar al sushi. Tiene bastante cantidad de soja en su receta.
Por el contrario, también encontramos la salsa de soja blanca, que en su composición tiene más trigo que soja, por lo que resulta la más suave de todas. Sus componentes la hacen perfecta para elaborar vinagretas para ensaladas o incluso para hacer salsas agridulces.
Podemos encontrar otras dos variedades más: la salsa de soja de doble fermentación y la Tamari. La primera es una salsa bastante cara, ya que su proceso de elaboración es algo lento. Su textura es muy densa y se aleja más del toque salado de las otras salsas de soja para acercarse a un sabor más dulce. Esta salsa es ideal para combinar con sashimi.
Por otro lado, la salsa Tamari es la que más se acerca a la receta original. Y es que esta salsa proviene de una ciudad japonesa llamada Yuasa, donde comenzó a hacerse hace más de 700 años aprovechando el líquido que sobraba al elaborar el miso. Así, esta es la salsa de soja más pura, puesto que en su receta no incluye nada de trigo o, si lo hace, es en una proporción mínima.
Existen variedades que no utilizan trigo, sino harina de arroz, por lo que esta salsa también puede ser consumida por personas intolerantes al gluten. Hoy en día, sin duda, es una de las salsas más conocidas en el panorama gastronómico, que además no limita su uso solamente a platos de origen asiático.
Esta salsa de origen oriental es ideal para todo tipo de platos: desde la maceración de carne de ave hasta servida junto a pescado o como salsa en arroces o en verduras fritas. Sea como sea que incluyas este ingrediente en un plato, lo cierto es que le dará a cualquier receta un sabor exótico que marcará la diferencia.
Curiosidades sobre las judías verdes
Seguro que las judías verdes no te son un alimento indiferente, ya que forman parte de nuestro imaginario culinario desde prácticamente siempre. Lo que seguro que no sabes es estas curiosidades que te vamos a contar sobre una de las verduras predilectas para acompañar el arroz.
Las judías verdes no deben comerse crudas, ya que en este estado poseen una sustancia tóxica, la faseolina. Esta sustancia se elimina mediante su cocción. Además, pueden resultar bastante indigestas si las comes sin cocinar.
Para su correcto cocinado, es necesario abrir la vaina que recubre los granos y lavarlas bien. Después, ya puedes cocerlas sin ningún problema. Pero ¡ojo!, no las cuezas en exceso, ya que es muy probable que así pierdan gran parte de sus nutrientes. Con entre quince y veinticinco minutos (dependiendo de la variedad), tendrás más que suficiente para deshacerte de la faseolina y hacerlas perfectamente comestibles.
Una vez que las judías verdes están cocinadas, ya podemos nutrirnos de todos sus beneficios, que son muchos. Se trata de un alimento con propiedades antioxidantes, muy rico en vitamina C, que retrasa el envejecimiento celular. También por esta vitamina, junto a la A, ayuda a mantener nuestro sistema inmunológico a punto, así como cuidar de nuestra piel y de nuestros ojos.
Su contenido de vitamina K hace que nuestros huesos puedan permanecer fuertes y sanos y, además, son clave para la regulación del tránsito intestinal. Por otro lado, al tener una alta concentración en magnesio y potasio, son unas muy buenas aliadas a la hora de tener unas arterias saludables.
Las judías verdes pueden dar lugar a una numerosa variedad de platos, que van desde las míticas judías verdes con patatas y tomate frito, que probablemente todos hayamos comido alguna vez en la vida, hasta uno de los ingredientes clave en las paellas, como acompañamiento a diversas carnes y también a pescados.
Pese a que es un alimento que no puede consumirse en crudo, sí que se puede comer frío una vez cocinado y puesto a enfriar. Puedes optar por ensaladas tibias a base de judías verdes, con una buena vinagreta a base de salsa de soja o un poco de salsa de mahonesa, así como incorporándola a platos tan tradicionales como la famosa ensaladilla rusa.
Y es que las judías verdes nos brindan cientos de posibilidades de darle un toque súper sano y nutritivo a prácticamente cualquier plato.