Para lograr un arroz en su punto, es esencial prestar atención a varios detalles que marcan la diferencia entre un buen plato y uno excepcional. La elección del tipo de arroz es el primer paso crítico. Un arroz de grano redondo, como el arroz Sabroz, es perfecto por su notable capacidad para absorber líquidos y sabores, manteniendo al mismo tiempo su integridad estructural a lo largo de la cocción. La proporción de caldo a arroz juega un papel vital en la consecución de la textura deseada. Mantener una relación de una parte de arroz por cuatro partes de caldo no solo asegura que el arroz esté suficientemente hidratado sino que también permite que el plato alcance esa consistencia caldosa distintiva sin que el arroz se deshaga.
Resistir la tentación de remover el arroz con frecuencia es otro aspecto crucial para alcanzar la perfección. Esta práctica permite una distribución uniforme del calor, facilitando que el arroz absorba los sabores de manera equitativa y que su almidón se libere de forma controlada. Este proceso culmina en un grano que es tierno por fuera, gracias a la absorción del caldo, pero que conserva un ligero toque al dente en su interior, ofreciendo esa textura ideal que es suave pero con cuerpo, característica de un arroz caldoso bien ejecutado.
Para asegurar que el arroz alcance su punto óptimo, es esencial también considerar el tiempo de cocción. Dependiendo del tipo específico de arroz de grano redondo utilizado, los tiempos pueden variar ligeramente. Por lo general, un seguimiento cuidadoso durante la fase final de la cocción permitirá ajustar el fuego y el tiempo según sea necesario, asegurando que el arroz quede perfectamente cocido, ni demasiado blando ni demasiado firme.