Risotto de gambas y setas: una receta irresistible para disfrutar en casa

1 - Preparación previa de los ingredientes

Antes de encender el fuego, asegúrate de tener todo a mano. Pica bien fino los dientes de ajo y la cebolla morada. Esta cebolla, además de bonita, aporta un sabor suave que le queda de lujo al risotto.

Las setas, mejor limpiarlas con un paño húmedo o papel de cocina: nada de pasarlas por agua como si fueran patatas. Y si estás con el modo risotto activado, échale un ojo a este risotto de gorgonzola, una opción cremosa y diferente que sorprende.

2 - Empieza el sofrito: el corazón del sabor

Con todo picadito, toca darle marcha al fuego. En una sartén amplia, añade un buen chorro de aceite de oliva virgen extra y sofríe la cebolla con el ajo a fuego medio. Cuando estén blanditos y con ese color dorado que ya huele a gloria, añade las setas. Deja que suelten su agua y se doren un poco, removiendo de vez en cuando para que todo se mezcle bien.

3 - Calienta el fumet: sin prisas pero sin pausa

Mientras haces el sofrito, pon a calentar el fumet en otra cazuela. Si tienes uno casero hecho con las cabezas de las gambas y unas espinas de pescado, vas por muy buen camino. Y si usas uno preparado, procura que sea suave y calentito, que el arroz no quiere sorpresas frías.

4 - El arroz entra en juego

Cuando las setas estén en su punto, echa el arroz Sabroz de Brillante y rehógalo un par de minutos. A partir de aquí, ve añadiendo el caldo caliente poco a poco, removiendo sin parar. Esto no es un arroz cualquiera: aquí el secreto está en el movimiento constante, como si lo acunaras.

Cada vez que el caldo se absorba, añade un poco más. Así conseguirás esa textura melosa tan típica del risotto, sin necesidad de añadir nata ni trucos raros.

5 - Toque final: mantecar y sumar las gambas

Cuando al arroz le falten unos 3 o 4 minutos, añade las gambas peladas. Bajan al fuego y se cocinan rápido, así que no las pongas antes. Un par de minutos después, con el fuego ya apagado, añade una buena cucharada de mantequilla y un puñado generoso de queso parmesano. Remueve con alegría hasta que quede cremoso y brillante. Aquí es donde el risotto se transforma.

6 - Un toque de frescura para rematar

Antes de servir, espolvorea un poco de perejil fresco picado. No solo queda bonito, también le da un aroma que levanta todo el plato. Y ahora sí, a la mesa: este risotto se come recién hecho y sin distracciones.