Hoy Viajando con Brillante nos trae a Villamanrique de la Condesa. Un pueblo considerado frontera natural de las marismas del Guadalquivir, puerta principal de los cotos de Lomo de Grullo y Doñana y antesala de El Rocío.
Primitivamente se llamó Mures y con esa terminología perduró durante las diversas épocas históricas: tartésica, fenicia, ibero-turdetana, romana y árabe. En 1.978, dos vecinos manriqueños descubrieron la única inscripción en piedra hasta ahora conservada: la Estela tartésica de Villamanrique. Se conserva en el Museo Arqueológico de Sevilla. Representa uno de los testimonios de la más primitiva lengua indígena hispana conocida y se afirma que Andalucía entra en la historia a través de la Estela de Villamanrique.
Con la creación del marquesado de Villamanrique por Felipe II, pasó a llamarse Villamanrique de Zúñiga. En el siglo XVIII la villa es comprada por los duques de Montpensier y por Real Decreto pasó a su denominación actual: Villamanrique de la Condesa, en honor de Doña Isabel Francisca de Orleáns y Borbón, condesa de París, en el año 1916.
La actividad principal es la agricultura, destacando el cultivo de sandía, cereales de invierno para forrajes, naranjo y olivar de aceituna de mesa.
Tiene una arraigada tradición rociera. El Paso de Hermandades por Villamanrique de la Condesa conforma una fiesta que ha sido declarada de Interés Turístico Andaluz.
Gastronomía, tradiciones populares, naturaleza, alojamientos rurales, turismo ecuestre y ornitológico, cicloturismo, religiosidad, monumentos… son palabras que definen la identidad turística de esta localidad que es Puerta de Doñana y bastión de tradiciones.